- 77747708(01) 55 3050 6292
- Revista Entre Letras, De Las Flores, Nicolás Romero, México, mexico, 54414, México
- paginamx
- hoyentreletras@gmail.com
Editorial -Junio 2017-.
Hoy, el reloj marca las horas, los minutos, los segundos con las manecillas de la indiferencia a que nos ha acorralado la corrupción, delincuencia y hartazgo por la clase política quien cobija como intocable e invariable tradición la voracidad, el saqueo a los bienes públicos.Tanto nos hemos acostumbrado al flagelo de estos lastres sociales que ya no causa asombro la estadística de asesinatos por ajuste de cuentas, por robo, por venganza, por “amores fallidos”, o porque el gobernador se creyó con derecho a silenciar una voz que clamaba verdad y justicia.Otro daño colateral de la descomposición del tejido social, es el suicidio. Por dar un ejemplo: en Nicolás Romero se suman dos suicidios de adolescentes por mes; veinticuatro en un año. La estadística nos obliga a la reflexión, y más allá, a como sociedad despertar de nuestro estado de indiferencia, accionar enfrentando lastres sociales que llevan a la negación de la vida a nuestros niños y jóvenes.Escribe Nietzche: “es tan alto su valor a la vida que el suicida prefiere la muerte a vivir indignamente.” Justo es señalar a Sócrates, el hombre que prefiere tomar el veneno por propia mano antes que renunciar a la virtud, lo que a su parecer dignifica la vida. Bajo estos argumentos: el suicidio es un acto de denuncia, un acto de amor a la vida.
Qué decir de Jesús, fundador del cristianismo, el hombre que acepta la muerte antes que negar su doctrina de amor, honorabilidad y justicia; hasta dónde también un suicida.Cierto es que un proceder negativo, ya sea por acción directa, por indiferencia o arrogancia, de alguna manera condena a otros a una vida miserable, indigna; en juicio del suicida: mejor la “nada” que la cloaca.El tema merece mayor atención que unas cuantas líneas: ya escucho al psicoanalista argumentando con carácter de ensayista consecuencias propias de la angustia, raíz de toda neurosis; al religioso espetando “razones de fe”, condenando al infierno al “cobarde” suicida; a aquél deslindarse de toda responsabilidad: “yo soy una persona de bien, trabajadora, comprometida conmigo mismo y con mi familia, nada tengo que ver con la miseria ajena; además .”Como sociedad es impostergable accionar a través de cualquiera que sea nuestra herramienta de expresión, que está justo ahí, en lo que sabemos hacer, en nuestro quehacer diario. Levantar la voz entendiéndonos como uno, como espejos; reencontrándonos, reconociéndonos. Somos parte del todo, y el todo a la vez.Escribe Margaret Mead: “Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos puede cambiar al mundo. Es la única cosa que lo ha hecho.”