- 77747708(01) 55 3050 6292
- Revista Entre Letras, De Las Flores, Nicolás Romero, México, mexico, 54414, México
- hoyentreletras@gmail.com
David Lira
Cuando Antonio, por primera vez me comentó que estaba escribiendo un libro sobre el Juicio final, y que aparecían personajes de la talla de Enoc, Noé, San Pedro, Jesucristo y el mismísimo Dios Padre, de verdad pensé que estaba haciendo su propia versión de la Biblia.
¡Gracias a Dios no era así!
Pero la segunda ocasión me platicó alguna de las propuestas que trataba en él, que me hicieron creer que estaba reinventando el Apocalipsis; pero gracias a Dios; ¡tampoco era así!
De manera que, un poco más tranquilo me puse a preguntarme e imaginar qué tipo de literatura estaría haciendo el susodicho, digo, el autor previamente mencionado al inicio de esta presentación: Antonio Martínez.
Si hablaba de Dios y su creación, podría tratarse de un mito, de fábulas no, porque no cumplía con las características, ni con las de la lírica, nada que ver con la epopeya, aunque como Dante paseara por el mundo, el Cielo o los Infiernos. La leyenda no concuerda, y para novela está muy corto, así que lo voy a catalogar como un conjunto de cuentos, que si me lo permiten es algo que a nuestro amigo le encanta escribir.
Al leer el libro cuando ya estuvo terminado, recortado, comprimido, pulido, revisado, patentado, bautizado y autorizado, pues, caí en cuenta que manejaba un lenguaje sencillo y ameno con buen ritmo e ímpetu feliz, que fácilmente envuelve a su seguidor, observador, lector o despistado mortal que pone su vista sobre él, y... a volar sobre este tapete de tinta, o si prefieren debiera decir: alfombra voladora.
Una primera estampa me hizo pensar en thhiller y en los muertos vivos, pero solo a Antonio se le puede ocurrir que en el Juicio final habrá algún zombie cargando con sus huesos y partes en descomposición. O, ¿si va a ser de esa forma?..
Menciona cosas muy interesantes, que desde mi muy humilde (que no es tan humilde) punto de vista son desde irreverentes hasta hilarantes por su contenido psicológico, filosófico y fantástico elástico estrambótico.
Así que cuando me dijo que era yo el elegido para comentar este Caos llamado cielo, le dije: -Oye Antonio: de este tema, sí sé bastantito, ¿no te estarás equivocando? Puedo ser un critico criticón muy jijo.
Él me contestó: -por eso.
La humanidad, el árbol de la vida, el libro de la vida en electrónico, fantasmas molestando a los vivos sin tener otra cosa qué hacer que esperar el juicio; las empresas de las religiones, que nadie sepa ni quien es el Enoc, que los líderes religiosos no sepan arameo, que haya varios cielos; todo esto es por demás creativo.
Y luego, que aparecen algunos entes famosos, digo, no sé cómo llamar a ciertos personajes de la historia, y de esta historia sin ofender a los héroes y antihéroes de la existencia humana.
Judíos, cristianos, testigos, mormones; no sé si los musulmanes no aparecieron aquí por aquello del terrorismo, pero todos los anteriores llegaron al juicio final buscando el Paraíso.
Aunque también se cita que hay personas, grupos y posiblemente pueblos que no tienen vela en este juicio.
La salvación para la eternidad es algo que todos esperamos en algún punto de nuestra limitada, y posiblemente, vana existencia.
Los sacrificios humanos que algunas culturas ofrecen a sus dioses, no deberían ser de corazones sangrantes, sino de corazones puros. Ya lo decía nuestro querido tata Tlacaelel: “el sacrificio debe ser espiritual, ya que es para el espíritu de los dioses.”
Y... ¿Quién tiene la culpa?: ¿Las iglesias, los hombres, los guías espirituales, o nosotros mismos por dejarnos engañar en busca de la felicidad, el paraíso, la salvación?
Siguiendo con emoción este Juicio final, me encuentro que al cabo de esta lectura, el objetivo del lector se cumple al cien por ciento, pues te va a hacer pensar, reír; quizá buscar y leer la Biblia, y otros libros al respecto, hasta encontrar que El Paraíso existe dentro de ti mismo, al igual que la felicidad, y que a Dios lo puedes experimentar en todo lo que te rodea, en todo lo que piensas, sientes y vives: Dios, o los dioses, o el multi universo, o el amor, el tiempo, el infinito o el espíritu infinito... como sea que lo llames.